martes, 2 de diciembre de 2014

Vívelo.*

Si tienes 14 años, o la mentalidad de
alguien con esa edad, seguramente
tendrás unas irrefrenables ganas de
ser importante, ser diferente, ser muy
conocido por todos y caer bien a la
mayor parte de las personas, en fin
ser lo que los críos ahora decís...:
Popular.

Sí, no lo niegues. Ahora te dará por
fumar, beber y tener sexo sin límites,
lo que en exceso, (como todo) no es
nada bueno ni para vosotros ni para
los que están a vuestro alrededor.

Para los mayores, sólo seréis aquél
mocoso que hace nada se dedicaba
a tirarse tobogán abajo y encontraba
sencillamente el placer total en ello.

La vida va bien, hasta que entiendes
que la gente tiene opiniones distintas
a la tuya, y ahora tu camino no es tan
sencillo como creías que sería, antes.

Antes, hacías cosas, quizás egoístamente,
porque te hacían feliz, te gustaban,
a ti, y no te importaban los demás.

Sólo cuando empezaste a darte cuenta
de que la opinión de los demás, por
muy poco que fuera, te importaba,
exagerabas todo, chillabas y pataleabas
con el propósito de llamar la atención,
pero si no lo lograbas, no se te caía el
cielo encima, ni mucho menos, sólo
buscabas a alguien más a quién
pudiera interesar ése dibujo que
habías hecho con los plastidecor
de colores que muy probablemente
sigas guardando en alguna caja
de un trastero o sitio olvidado.

Ahora, ahora todo el mundo es el
blanco, así que llamas la atención
lo más posible y el día que te des
cuenta, o quieras darte cuenta;
volverás a ser egoísta y la rara
consecuencia será que serás
muchísimo más feliz que ahora.

Espero que madures.

Deja el amor, que hace daño
si no sabes cuidarlo. Y déjate
de sexo, porque cuánto antes
empiezes antes te aburrirás...

Hay que descubrir poco a poco.

Y usar la cabeza, la de arriba.

Cada cosa tiene su momento.

Es cómo que te cuenten todo
lo que pasa en una película
y que decidas ir a verla al cine
aún sabiendo de qué va, sin
saber si te va a gustar o no,
sólo porque a los demás te
han dicho que les ha gustado.

No dejes que te lo cuenten, vívelo.


Mazuu Saintz.*

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