Un día me dijeron que en cada habitación hay un tesoro,
Miré debajo de la cama,
Detrás de la puerta,
En el fondo del armario,
Encima del armario,
Dentro del armario,
Detrás del armario,
Debajo del armario,
En el escritorio,
En los cajones,
En la mochila,
En el estuche,
Tenía que estar por algún lado...
Y allí estaba...:
Esperándome...
Tenía hojas como los árboles,
y era pequeño,
no era ni blanco ni negro,
no era ni blanco ni negro,
en la tapa un gran título,
que se repetía en el lomo,
dentro,
una artimaña de diminutas criaturas negras
sobre fondo ocre
que los mayores decían que juntas
formaban palabras,
luego frases
y luego historias magníficas...
una artimaña de diminutas criaturas negras
sobre fondo ocre
que los mayores decían que juntas
formaban palabras,
luego frases
y luego historias magníficas...
Cada hoja tenía un perfume semejante a la tinta,
y giraba entre mis dedos a mi antojo...
y giraba entre mis dedos a mi antojo...
Había encontrado mi tesoro,
y uno de mis mejores amigos,
que se abre para contarme sus historias,
y al que estoy atento siempre,
porque siempre está conmigo.
Abre las ventanas,
Para que se vayan todas las mentiras,
El perro no es el mejor amigo del hombre,
El mejor amigo del hombre es el libro.
Mazzu Saintz.*
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